2.5.11

1° de Febrero.



“Y sin importar cuantos años pasen, y cuantos kilómetros nos separen, yo lo seguiré recordando, gracias por todo…”

Anoche me visitó un ángel, traía consigo una pequeña caja de cristal; ese objeto lo conocía perfectamente; no por su forma, su textura o su tamaño, mas bien por lo que había dentro…

Me la dio, seguro de lo que hacia; la tomé titubeante mientras observaba al ángel dar media vuelta y marcharse con una sonrisa.

Me quede inerte mirando el contenido de la caja, aun con la duda nublando mis pensamientos ¿Qué puedes hacer cuando no piensas más que en el pasado que habías creído dejar atrás? Con temor, la abrí…

Me encontré con el recuerdo; un recuerdo dulce y memorable, un recuerdo casi extinto en la mente de un poeta muerto que se llenó de vida al ver los momentos más hermosos de su vida al pasar frente a sus ojos.

Que bella mujer ¿Qué habrá sido de ella? Pues creo que aun lo recuerda como yo, ya que nadie más hubiese podido darme un obsequio tan increíble.

Cada instante que veía pasar contigo, me erizaba la piel; cada palabra que nos dijimos, llenaba mi cuerpo de escalofríos; cada vez que enfocaba tu rostro con esa sonrisa que me encanta, pintaba en mi cara una muy similar.

Tras finalizar esos momentos, cerré esa cajita de cristal mientras que de mi mejilla caía una lágrima de alegría; tome ese recuerdo y lo puse en el lugar mas especial del mundo para mi: mi corazón…

Salí a la penumbra de la noche, con un río de lágrimas brotando de mi rostro, y mirando al cielo, le mande un gracias a esa chica, por tan perfecto regalo, cuando más se necesitaba, cuando más falta me hacia.

Y sin importar cuanta distancia nos separe, recordaré por siempre, que en otro lugar, en otro momento, si ambos queremos intentarlo nuevamente… Reviviré una vez más… El día más feliz de mi vida…

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