Se apareció frente a mis ojos, en medio de la lluvia, no podía creerlo, en los días mas extraños suceden las cosas más raras… Nos miramos un momento, ninguno de los dos supo como reaccionar, Lucifer vino desde el mismo infierno solo para buscarme: “¿Qué deseas?” le pregunté, “Sólo vengo a cambiar el trato que antes habíamos pactado, ya no deseo mas tu corazón, un objeto inservible solo es un bulto más, ahora quiero otra cosa…” me respondió, sereno, seguro de que lo que antes me había predicho se había vuelto realidad. “Dime que es lo que deseas y márchate, no son buenos días como para entablar una conversación” pero no me dijo terminar, “ah, no me gusta decirlo mucho pero te lo dije, te dije que ella no merecía eso que con tanto recelo cuidaste por tanto tiempo, mira como estas, acabado, medio muerto, casi mío, sin saber como salir del laberinto, y sin tu posesión más preciada, ahora solo te queda esperar a que llegue la que podrá arreglar el desperfecto que has creado y vuelvas a llamar mi atención con tus sentimientos tan puros” me decía con una risa maléfica en su rostro mientras la lluvia se hacía más y más fuerte, “ Y a todo esto ¿Qué deseas?” pregunté desesperado, “Hoy quiero ayudarte, en este estado no me sirves, hoy, quiero tus ojos…” me dijo. “¿Mis ojos? Vaya, si que has cambiado tus prioridades, y ¿para qué los quieres?” pregunté interesado más y más en su charla, “Bueno, digamos que te haré un favor, con el tiempo te darás cuenta de que las cosas mejoraran, pero no para tu beneficio, sabes que esto es para que pronto seas mío” respondió, dio una carcajada mientras sus dedos atravesaban mi rostro sacándome los ojos de un tajo, y se marchó sin decir más. En mis cuencas vacías, aparecieron un par de ojos nuevo, más fríos, oscuros; unos ojos que me ofrecían una mejor visión, un cambio en mi perspectiva. Y así lo entendí mientras decía en voz alta: “Entiendo que planeas y tengo de decirte que no funcionará, soy demasiada pieza para ti, así que será mejor que te rindas pronto, que yo seguiré aquí…”
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