Hoy todos han venido, ya me encuentro más tranquilo, ya todo se ha vuelto más sencillo. Aunque ellos no puedan verme, estoy presente, no podía faltar yo a mi propio funeral, cada palabra que dicen, cada lágrima que derraman por mí es un halago que se convierte en un yugo que no me deja desprenderme de ustedes. Hoy todos han venido a contemplar al ángel que se exhibe en su caja de cristal con su armadura rota y fundida por el calor de la explosión. Quiero abrazarlos a todos, quiero sentir su calor inundando cada parte de mi ser, ya no tengo palabras para expresarles lo que siento, solo puedo decirles gracias, porque nunca me dejaron caer, nunca dejaron de valorarme como persona, hicieron mucho más que la única persona que hoy se encuentra ausente, eso no me sorprende. Bueno mis amigos, es hora de llevarme su recuerdo a la tumba, tres kilogramos de paz se colocarán sobre mí, los quiero a todos. No lloren más por mi, no es el final, es el principio de mi regresar a su lado, despídanme con una sonrisa, nada me complacería más... Los esperaré en la luz, allí donde no existe dolor. Adiós mis amigos, nos veremos en otro lugar...
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