3.10.11

Cien Días Cien Escritos. Día Tres: Lucifer Quiere Charlar.



Han venido del infierno solicitando mi presencia, Lucifer en persona desea verme, tal vez quiera juzgarme. Me resguarda la mitad de su ejercito de sirvientes, me hace sentir importante; al llegar a su morada, una muchedumbre de almas en pena aplaude mi presencia, silban, gritan, es día de fiesta: el hijo prodigo a regresado, pero no para quedarse. Dentro, su decoración impresiona: tiene una gran tapicería color vino que envuelve totalmente su fachada; sus muebles estilo ingles antiguo le dan un toque de realeza. En su despacho privado, lo encuentro bebiendo una copa de Jack Daniels en las rocas, trae sus mejores ropas y solo para recibirme, eso me halaga. Me invita a tomar asiento mientras se pasea detrás mío preocupado, inquieto, algo grave debió de haber pasado. “Me he enterado que has faltado a nuestro trato, te has enamorado de quien no debías, he dejado que cometas muchas fechorías, y eso es algo que no hago con cualquiera” me decía, “las cosas cambian” respondí, “y yo decidí que era lo mejor para mi”. “Vaya que eres insolente, eso me agrada de ti, pero recuerda que cuando caigas en mi poder, tu corazón será mío, y ella sufrirá el peor de los castigos, y todo será tu culpa”. “No me asustas” contesté, “tus amenazas ya no funcionan, veremos si llega el día en el que caiga en tus manos, este corazón solitario que después de tanto buscar, encontró al fin a quien amar. Intenta lo que quieras, haz lo que te plazca, no ganarás lo que ya le pertenece a ella”: Salí del lugar con aire despreocupado y la ropa con olor a azufre, ella aguardaba afuera, “¿que quería?” preguntó desconcertada, “algo que ya no le pertenece” le respondía mientras subíamos a mi motocicleta y emprendíamos el camino de regreso; mientras, a lo lejos, una carcajada maliciosa resonaba en los rincones del infierno.

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