La busqué en el único lugar donde aseguro se sentía segura, la llamé con voz tenue, entrecortada, las heridas y el dolor me robaron la fuerza hasta para pronunciar palabra alguna. Frente a ella, y con la lluvia como mi única testigo, le puse el arma en la mano, apuntando a mi cabeza, lo único de mi coraza que aún tiene vida. Le pedí que lo hicera, que acabara conmigo, que la existencia sin ella no tenia sentido, ella no tendría culpa, yo cosechaba lo que hasta entonces había sembrado. Dudó, lo pensó, pero al final mis palabras fueron mas fuertes, se le clavaron en el alma y le movieron el corazón, sin remordimiento, lo hizo. Silencio. Ya todo es eterno, ya todo el calma, ya no pesa el alma, ya no sangra el corazón, por fin me sumerjo en la oscuridad eterna, aquella que solo puede darme paz, aquella que me espera con los brazos abiertos... Tanto esperó por mi, que ahora que me tiene, no sabrá que hacer conmigo. Silencio.
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