Te vi pasar la calle por temor a cruzarte conmigo, no es la primera vez que lo haces, sé que no será la última. Cada que me vez, aún estando tan separados evitas toparte con mi mirada, ¿qué te provoca esta? ¿Miedo? ¿Extrañeza? O solo buscas enloquecerme con tu indiferencia. ¿Recuerdas la primera vez que nos miramos cara a cara? Yo lo recuerdo bien: empapado por la lluvia, tu rostro se ocultaba detrás de tu melena oscura; tus ojos se asomaban curiosos por descifrar el rompecabezas andante que te acababas de encontrar, pero con miedo de llegarse a enamorar; tus manos desconfiadas me querían acariciar, y tus brazos me pretendían aprisionar (no dudes que lo noté); y tus labios a gritos desesperados pretendían mi nombre pronunciar. Para ti yo fui un completo encanto, u caballero negro que apareció en el momento perfecto para salvar a su doncella, tal vez te quedé mal, y a toda costa evitas que nos volvamos a mirar; pero no dudes más dulcinea mía, que haré lo que este en mis manos para que nuestras miradas se vuelvan a cruzar, y te des cuenta de una vez por todas que no ganaste un caballero, te encontraste un ángel que te vino a cuidar, conquistaste a un rey que lo da todo, porque lo vuelvas a mirar…
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