Por mas que lo intenté, por más que experimenté, no logré llegar al resultado: los datos experimentales no eran los correctos, el por ciento de error fue casi del cien por ciento, el procedimiento no fue el correcto, los químicos que usé no eran los adecuados. Siempre que estaba cerca, me encontraba con un maldito error, una constante equivocada, un signo me fallaba. “Tal vez, la falla esta en una reacción”, me dije, pero nada conseguía sacarme del fracaso en que me había metido. “¡Una operación mal efectuada, tal vez es esa la razón!” grité, y en ese momento, caí en cuenta de mi desafortunado desacierto: el amor y la razón, no se suman para dar felicidad, esto esta mal efectuado, mucho tiempo viví cegado por malos resultados. Quitar la razón y poner a alguien en la operación, multiplicarlo todo por amor y dividirlo entre dos para obtener una felicidad compartida, esa era la solución. Amor, ganaste una guerra en la que la ciencia cayó, aún estando muy bien armada.
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